Las artes plásticas, el arte editorial y el arte literario se mezclan en “La musa del mezcal”, para saborear esta bebida tradicional de Oaxaca sin la necesidad de probarla, gracias a la gran colaboración entre el ilustrador Jaret León y el escritor Manuel Matus.
En la 46 FIL Minería, Oaxaca
es el invitado de honor, el cual cuenta con su propio pabellón decorado con
motivos oaxaqueños y con diversas obras de artistas provenientes del estado
expuestas por toda la sala; la meta es darle la difusión que el trabajo de
estos autores merece.
“No nos queda nada más
que ser los pequeños dioses, hijos de las nubes. Mientras vagaba solitario, ví
la sombra. Se me impuso una visión, de donde ella había brotado con su andar de
vuelo. De ahí proviene el néctar de los vértigos, las danzas y los cantos. Ella
era el color del agua, casi lluvia en su transparencia”, es un pequeño
fragmento que fue citado en la presentación de este libro, el pasado 23 de
febrero.
A pesar de que Manuel
Matus no nació en Oaxaca su admiración hacia el estado es inmensa, debido a su
riqueza en tradiciones y cultura. Jaret León comentó: “Yo me dedico al arte y
también hago mezcal, tengo una tradición desde 1890 de cinco generaciones de
familia haciendo mezcal. Los mezcalitos que están tomando por ahí son míos. Lo
que yo hago es una fusión entre el arte y el diálogo del mezcal.
“Yo conocí al maestro
Matus en Bellas Artes donde estudié mi carrera y desde entonces me sentí
atraído por todo su mundo, de cómo él reinterpreta las cosas que conozco, y me
hace ver como tienen otros fenómenos u otros valores”, expresó Jared León,
quien también hizo alusión al proceso creativo de sus ilustraciones, cuya
carrera está muy ligada a sus raíces: “En este libro pueden ver bastante
selección de óleos donde hablo de erotismo, amor, familia e incluso desamor”.
La presentación fue
coordinada por Víctor García, quien expresó: la musa del mezcal es un libro
para degustarse con los cinco sentidos. Manuel habló hace rato de tres
características; la parte editorial, la artística y la literaria; todo eso está
unido por el hilo conductor del mezcal, es un libro para destilarse y para
degustar.
Y continuó: la obra
gráfica de Jaret León nos invita a detenernos en cada una de las páginas, el
formato y el diseño estimulan nuestra tactibilidad, también es una obra para
tocarse, para hojearse. “La historia estimula el gusto y el olfato porque se
trata de un relato que sabe y huele a mezcal, cada fragmento está plagado de
dulzura, aromas, caricias, formas, voces y alaridos.”
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