La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el Gobierno del estado de Oaxaca entregaron los trabajos de conservación y restauración de la Parroquia de Santa Elena de la Cruz, afectada con daños severos tras los sismos de septiembre de 2017.
En presencia de la secretaria de las Culturas y Artes de Oaxaca, Karla Verónica Villacaña Quevedo, el funcionario hizo un balance de la atención al patrimonio edificado que resultó afectado en un tercio del territorio nacional, por los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017 y sus sucesivas réplicas.
En su intervención, el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, destacó la resiliencia del pueblo mexicano: “La rehabilitación de la Parroquia de Santa Elena de la Cruz es ejemplo esperanza, solidaridad, sentido de comunidad y unión, los valores que encierra la expresión ‘guelaguetza’; de esta manera, será posible que el próximo 18 de agosto, Xoxocotlán celebre dentro de su parroquia la fiesta patronal”.
Tanto el director del Centro INAH Oaxaca, Joel Omar Vázquez Herrera, como el presidente municipal de Santa Cruz Xoxocotlán, Inocente Castellanos Alejos, y el representante de la comunidad, Cristóbal Ángel Matías, hicieron hincapié en la participación activa de la feligresía y las hermandades que estuvieron atentas a cada paso del proceso: desde el dictamen de las afectaciones, la gestión de los recursos financieros, la elaboración y licitación del proyecto de intervención, hasta la ejecución de las obras.
En la ceremonia, donde estuvo la senadora Susana Harp Iturribarría, el arzobispo de la Arquidiócesis de Antequera, monseñor Pedro Vázquez Villalobos, manifestó que la gente de Xoxocotlán renovó su fe tras la experiencia del sismo, porque este supuso valorar “el amor y la dedicación a Dios, que sus ancestros supieron expresar a través de esta iglesia y sus retablos”, apreciación que fue respaldada por el párroco Benjamín García García.
Debido a los sismos de 2017, el inmueble religioso se vio afectado al interior y exterior: presentó grietas considerables en muros, arcos y cubiertas. Con el objetivo de devolverle la estabilidad estructural, se propuso una intervención sistemática por acciones y frentes, dando prioridad a los elementos mayormente dañados.
Para facilitar estas intervenciones, personal de la empresa IG Restauración realizó tareas enfocadas a la protección de las esculturas e imágenes del templo, principalmente el desmontaje de candelabros y del retablo principal, dedicado a Santa Elena de la Cruz, y encofrados en los retablos laterales. Asimismo, se hicieron calas y calcas para registrar y proteger la pintura mural, y se resguardaron las campanas.
Respecto al desmontaje del retablo principal, acción necesaria para intervenir el muro testero, la restauradora del INAH, Ingrid Jiménez Cosme, detalló que este consta de 97 elementos en total, entre ellos, 13 pinturas de caballete y dos esculturas de madera. Una vez desmontado, se fumigó cada pieza para detener un ataque de termitas; las que mostraron mayor afectación fueron estabilizadas mediante un consolidante e injertos de cedro, y se adhirieron las escamas sueltas.
Durante dos años, con recursos del entonces Fondo de Desastres Naturales (Fonden), los cuales ascendieron a poco más de siete millones de pesos, gestionados por el Inpac, se liberaron aplanados y recubrimientos dañados; se realizaron consolidaciones mediante la reposición de elementos dañados por nuevos –compatibles a los materiales originales– en cubiertas, muros, arcos y campanarios, y se integraron recubrimientos y acabados en el intradós de la bóveda, muros, arcos y campanarios, donde se realizó el registro de la pintura mural.
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