Como cada cuarto viernes de Cuaresma, en la ciudad de Oaxaca de Juárez se llevó a cabo la celebración de “La Samaritana”, celebración única en el país, en la que se compartieron vasos con aguas frescas o nieves tradicionales.
En el Andador Turístico, a las afueras de la parroquia de La Preciosa Sangre de Cristo fue el lugar, como cada año, donde se vivió esta celebración oaxaqueña, que recuerda el pasaje bíblico que relata el encuentro de Jesús con una mujer Samaritana, en el pozo de Jacob en la ciudad de Siquem.
A partir de las 12:00 horas del día, oaxaqueñas y oaxaqueños de todas las edades hicieron presencia en el lugar, para degustar la variedad de aguas frescas de los diferentes sabores como horchata, chilacayota, tuna, jamaica, entre otras.
Los jóvenes fueron los principales protagonistas de esta celebración, quienes se sumaron a las miradas de asombro de turistas internacionales que acudieron a esta tradición cultural.
“La bebida de los dioses”: el tajete, fue las más solicitada entre los asistentes, quienes pudieron disfrutar del sabor único de esta bebida prehispánica a base de cacao y hueso de mamey, la cual también deleitó a turistas internacionales.
Las aguas frescas ayudaron a mitigar el calor del mediodía, que llegó alcanzar los 22 grados centígrados; sin embargo, esto no fue impedimento para disfrutar de esta tradición por todas las calles y oficinas de la ciudad capital.
Iglesias, escuelas, museos, hoteles, restaurantes, entre otros espacios, se unieron a esta celebración para resaltar la tradición única en la entidad.
Sobre el Andador Turístico fueron escuelas de nivel medio superior y superior quienes deleitaron a los asistentes, como son: la Salle Oaxaca, Universidad Mesoamericana, Anáhuac, Instituto Tecnológico de Oaxaca (ITO), Universidad Regional del Sureste, Instituto Cumbres, Carlos Gracida, Motolinia y Solar Juvenil.
Además asistieron integrantes del Ayuntamiento del Municipio de Oaxaca de Juárez, así como directores y coordinadores, quienes también degustaron de la variedad de las aguas frescas.
Cabe señalar que esta tradición tomó importancia en el siglo XX y fue gracias a Doña Casilda Flores que llevó la celebración más allá de los atrios de las iglesias, porque involucró a negocios y viviendas.
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